Una vivienda que se escurre entre los dedos
En Béjar, encontrar una vivienda digna y asequible se ha convertido en una tarea cada vez más difícil, en especial para los jóvenes. La paradoja es evidente: mientras numerosos carteles de « Se Vende » cuelgan de balcones vacíos, las oportunidades reales para acceder a un hogar son cada vez más escasas. ¿Cómo se explica esta desconexión entre oferta y demanda en una ciudad que, según el INE, ha perdido más del 20% de su población en las dos últimas décadas?
La respuesta remite a un entramado de problemas estructurales. En Béjar, la despoblación avanza, sí, pero eso no ha generado necesariamente un mercado accesible o atractivo para los nuevos hogares. Al contrario: envejecimiento del parque inmobiliario, falta de inversión en rehabilitación, escasez de vivienda pública y desconexión con la realidad laboral de los jóvenes constituyen algunos de los obstáculos clave.
Un parque de viviendas ‘en pausa’
Un paseo por el centro de Béjar lo deja claro: los edificios antiguos predominan y muchos de ellos están deshabitados o en estado de semiabandono. Según datos del Catastro, más del 60% de las viviendas de la ciudad fueron construidas antes de los años 80. Esto implica problemas de eficiencia energética, habitabilidad y, en muchos casos, falta de adecuación a las normativas actuales. ¿Quién compra entonces estas viviendas? Pocos.
Los propietarios, en muchos casos herederos que residen fuera, prefieren mantener cerradas las viviendas que enfrentarse a los costes de rehabilitación o los trámites de venta. Así, buena parte del parque inmobiliario permanece inmóvil. Mientras tanto, los jóvenes se encuentran ante una encrucijada: precios poco realistas para viviendas que requieren fuertes inversiones, alquileres escasos y, como alternativa, la resignación de continuar en casa de los padres o abandonar la ciudad.
Alquiler: opción deseada, pero casi inexistente
Una de las opciones preferidas por los jóvenes para emanciparse es el alquiler. Sin embargo, el mercado bejarano apenas responde a esta demanda. Según Idealista y Fotocasa, a comienzos de 2024 había menos de 20 viviendas en alquiler publicadas en todo Béjar, muchas con precios claramente desajustados respecto a su estado o ubicación.
Además, esta escasa oferta suele enfocarse en contratos de corta duración o en zonas no siempre atractivas para quienes buscan iniciar un proyecto de vida. Las ayudas al alquiler, como el Bono Joven anunciado por la Junta de Castilla y León, apenas han tenido impacto en la zona por desconocimiento, burocracia o simplemente porque los arrendadores no desean adherirse a un sistema que limita el precio del alquiler.
Sin relevo generacional, sin vivienda para jóvenes
La ausencia de un mercado adaptado a los jóvenes en Béjar tiene un efecto directo en la fuga de población. Muchos optan por marcharse a Salamanca, Ávila o Madrid, donde, si bien los precios son más altos, al menos existe una oferta más diversa. Así lo confirma Paula, una joven bejarana de 27 años: “Intenté buscar un piso para compartir aquí y no encontré nada que no fuera antiguo, frío y caro. Al final, me fui a Salamanca, donde tengo más opciones de trabajo y alquiler”.
Esta situación crea un círculo vicioso: los jóvenes se van por falta de opciones, lo que provoca menor demanda local, lo que a su vez desincentiva a los propietarios y a constructores, y así sucesivamente. El resultado: un centro urbano envejecido y una dinámica de ciudad que pierde impulso.
¿Qué se está haciendo desde el ámbito institucional?
Desde el Ayuntamiento se han esbozado algunas iniciativas para revitalizar el casco histórico y fomentar la rehabilitación, como el Plan de Regeneración Urbana URBACT o programas asociados al Plan Estatal de Vivienda 2022-2025. No obstante, su alcance sigue siendo limitado. La falta de ejecución acelerada, sumada al escaso interés del sector privado, ha hecho que su impacto sea aún incipiente.
Al mismo tiempo, la falta de un plan específico para jóvenes en cuanto a vivienda hace que estas iniciativas no estén bien enfocadas. No basta con rehabilitar edificios si no hay un programa paralelo que garantice alquileres asequibles, formación en cooperativas de vivienda o incentivos reales para propietarios que cedan sus propiedades para uso social o juvenil.
¿Qué caminos posibles quedan abiertos?
A pesar del panorama actual, existen caminos por explorar si se quieren cambiar las dinámicas actuales. Algunos de ellos podrían incluir:
- Crear un banco de viviendas públicas en alquiler, gestionado por el Ayuntamiento o mediante colaboración público-privada.
- Ofrecer incentivos fiscales a propietarios que rehabiliten viviendas y las alquilen por debajo del valor de mercado a jóvenes o familias jóvenes.
- Desarrollar programas de cohousing o viviendas colaborativas, especialmente en edificios antiguos del casco urbano.
- Habilitar ayudas directas para la reforma de viviendas enfocadas exclusivamente a jóvenes que desean residir en Béjar de forma permanente.
- Establecer convenios con entidades bancarias para favorecer hipotecas adaptadas a la situación laboral precaria de muchos jóvenes.
Estas soluciones no son nuevas ni mágicas, pero han demostrado efectividad en otras partes de España, como en Soria, Teruel o algunas comarcas de Galicia, donde se está luchando contra la despoblación con políticas activas e integrales.
El papel esencial de la comunidad
Más allá de los planes institucionales, la implicación ciudadana también puede marcar la diferencia. Existen movimientos vecinales y asociaciones locales que han mostrado alternativas viables para revitalizar el parque de viviendas mediante propuestas autoorganizadas. En Béjar, algunas iniciativas culturales o eventos comunitarios han permitido reactivar zonas olvidadas del centro, demostrando que la revitalización urbana pasa también por darle vida a los espacios.
¿Podría Béjar impulsar una bolsa de alquiler juvenil con la participación vecinal? ¿O fomentar cooperativas de rehabilitación que fusionen tradición constructiva local y modelos nuevos de convivencia? Las experiencias de pequeñas localidades que han reinventado sus barrios históricos pueden servir de inspiración.
Vivir en Béjar: ¿una opción para el futuro?
La calidad de vida, la historia, las oportunidades de naturaleza y el precio de los inmuebles podrían hacer de Béjar un destino atractivo para jóvenes, freelances, familias que huyen de las grandes ciudades o incluso jubilados en activo. Pero sin vivienda adecuada, ningún discurso de bienvenida tiene sentido.
Invertir en vivienda no significa solo construir nuevas promociones. Significa mirar el problema con perspectiva y apostar por políticas que combatan la despoblación desde su raíz: ofrecer condiciones reales para que la gente decida quedarse. Y eso empieza, irremediablemente, por garantizar que quien quiere vivir en Béjar, pueda hacerlo sin renunciar a un presente digno ni hipotecar su futuro.
Porque en una ciudad donde sobran las viviendas vacías pero faltan las opciones reales de vida, es obligado preguntarse: ¿quién está ganando realmente este juego de sillas en el que siempre faltan asientos para los jóvenes?