Fotogalería: la romería de la Peña de la Cruz llena de color y tradición las calles de Béjar

Fotogalería: la romería de la Peña de la Cruz llena de color y tradición las calles de Béjar

Una tradición que se resiste al olvido

El calendario festivo de Béjar reserva un lugar especial para la romería de la Peña de la Cruz, una cita que mantiene viva una tradición centenaria y que, este año, volvió a teñir de color y fe las calles y montes de la localidad salmantina. Con una participación estimada en más de 2.000 personas, la romería se celebró el pasado sábado bajo un cielo despejado y temperaturas suaves, condiciones que animaron a vecinos y visitantes a sumarse al recorrido.

La jornada arrancó temprano en la mañana con la salida desde la iglesia de Santa María la Mayor, donde la imagen del Cristo del Monte Calvario —conocido popularmente como el Cristo de la Peña de la Cruz— fue portada a hombros por los cofrades entre aplausos y vítores. El trayecto hasta la ermita, ubicada en la sierra que da nombre a la festividad, discurrió entre cánticos, rezos y paradas simbólicas, en un ambiente de recogimiento y algarabía por igual.

Una fotogalería que habla por sí sola

Desde El Correo de Béjar acompañamos esta crónica con una fotogalería que recoge los momentos más emotivos y pintorescos de la jornada. Imágenes que capturan la riqueza de los trajes típicos, la expresión de quienes caminan con devoción y el blanco vivido de las cruces engalanadas con flores silvestres. Porque a veces, una imagen no vale más que mil palabras: las complementa y da voz a lo que la tinta no puede explicar del todo.

La cámara inmortalizó desde las miradas de los mayores —testigos de innumerables ediciones de la romería— hasta la risa desbordante de los más pequeños, muchos de los cuales hicieron el recorrido a pie acompañando a sus familias. Un detalle destacable fue la presencia creciente de jóvenes, lo que apunta a un relevo generacional necesario para que la tradición no se disuelva con el paso del tiempo.

El origen: un voto de fe en tiempos convulsos

La romería a la Peña de la Cruz no es una peregrinación cualquiera. Su historia se remonta al siglo XVII, cuando Béjar fue sacudida por una epidemia de peste. Las autoridades civiles y eclesiásticas, acuciadas por la desesperación de un pueblo diezmado, hicieron un voto al Cristo con la promesa de acudir cada año en romería si cesaba la enfermedad. Milagro o no, los brotes remitieron, y desde entonces, cada mes de mayo —excepto en las interrupciones puntuales por guerras o pandemias—, la imagen sube a su ermita acompañada de fieles y promesas silenciosas.

¿Qué impulsa a una comunidad entera a caminar siete kilómetros cuesta arriba cada año? La respuesta puede estar en la mezcla de fe, costumbre y el deseo de pertenencia a algo más grande. La romería, al fin y al cabo, no es solo un acto religioso: es un acto social en el sentido más amplio del término.

Devoción, pero también celebración

Una vez en la ermita, los actos litúrgicos toman el relevo: se celebra una misa al aire libre, seguida por la tradicional bendición del término, en la que se pide protección para los campos, los ganados y las familias. Pero la romería no concluye ahí. Justo después, comienza la otra cara de la jornada: la festiva. Familias y cuadrillas se reparten por los prados cercanos para disfrutar de una comida campestre que suele incluir tortillas, empanadas y hornazo. No faltaron los vinos de la tierra, ni las gaitas ni los tamborileros, que pusieron banda sonora a una jornada donde tradición y disfrute van de la mano.

Uno de los momentos más espontáneos fue protagonizado por los miembros del grupo de danzas local, quienes improvisaron una jota frente a la ermita, animando a vecinos y visitantes a dejar la comida por unos minutos para unirse al baile.

La organización, clave del éxito

La edición de este año no fue fruto de la improvisación. La Cofradía del Cristo de la Peña de la Cruz y el ayuntamiento de Béjar coordinaron semanas antes todos los detalles logísticos: cortes de tráfico, puntos de avituallamiento, servicio médico de urgencia y personal de seguridad. Gracias a esta previsión, la jornada transcurrió sin incidentes reseñables, a excepción de un par de asistencias por mareos, resueltos in situ por el equipo sanitario.

Además, se habilitó un servicio especial de autobuses de regreso desde la sierra a Béjar para personas mayores o con movilidad reducida, medida que fue ampliamente agradecida por los asistentes.

El desafío de mantener viva la romería

En tiempos en que las tradiciones populares parecen ceder terreno frente a formas de ocio más inmediatas, la romería de la Peña de la Cruz resiste como ejemplo de identidad colectiva. Siguiendo datos del propio ayuntamiento, la asistencia ha crecido un 20 % respecto a la edición anterior, señal de que la comunidad sigue creyendo en este tipo de celebraciones como una forma de conexión con sus raíces.

La clave para su pervivencia podría residir en una estrategia de tres patas:

  • Involucrar a los jóvenes desde la infancia, no como meros espectadores, sino como protagonistas activos.
  • Integrar actividades complementarias que atraigan a públicos diversos, como talleres artesanales, rutas guiadas o certámenes fotográficos.
  • Dar visibilidad al evento más allá del contexto local mediante redes sociales y medios digitales, sin perder su carácter auténtico.

En este sentido, las imágenes compartidas en Instagram y Facebook durante la romería superaron las 5.000 interacciones, reflejo del interés creciente por este tipo de celebraciones con alma.

Voces de la romería

Conversamos con algunos de los participantes para recoger sus testimonios. Carmen Sánchez, de 74 años, nos cuenta que lleva « más de cincuenta romerías a sus espaldas » y que “la fe se nota cuando caminas con la imagen cuesta arriba y no te pesa nada, ni el cuerpo ni el alma”. Por su parte, Javier, de 19 años, acudía por primera vez: «Mis abuelos me llevaban de niño, pero este año decidí venir con mis amigos. No es solo la romería, es todo lo que vives después con la gente».

Los vendedores ambulantes, instalados en las inmediaciones del santuario, también celebran la afluencia: “Ha sido un día bueno de ventas, sobre todo de recuerdos y avellanas garrapiñadas”, explica Laura López, feriante habitual de la zona.

Mucho más que una tradición religiosa

La Peña de la Cruz representa esa confluencia tan propia de la cultura popular española en la que lo religioso, lo festivo y lo identitario se entrelazan sin fisuras. Para Béjar, esta romería no es una reliquia folclórica en peligro de extinción, sino una cita que se renueva año a año con fuerza. Una tradición que parece decirnos: si todo cambia, que al menos esto permanezca.

Las fotos, los testimonios y el ambiente vivido son prueba de que, al menos por un día, Béjar no miró al pasado con nostalgia, sino con sentido de pertenencia. Y eso, en tiempos tan líquidos como los que corren, ya es mucho decir.